«Encierren a sus hijas, Justin Bieber ya es mayor de edad»


Cualquiera hubiera dicho, en estos tres años en los que Justin Bieberha logrado más fama y dinero que el resto de los mortales en varias vidas, que el cargo oficial de este adolescente andrógino era chaval. Es la palabra que más se repite junto a su nombre en cualquier texto sobre su egregia persona. Si acaso, se le añaden los títulos decantante o ídolo adolescente como si estos le tuvieran pluriempleado, pero la tónica no cambia: Barack Obama, presidente de Estados Unidos. Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE. Justin Bieber, chaval.

Hoy ese chaval cumple 18 años. Justin Bieber es desde ya un adulto a ojos de la ley de la Canadá que le vio nacer. Puede votar, comprar alcohol, tener (o dejar de ocultar) relaciones sexuales, ir a la cárcel y gastar como le venga en gana los más de cien millones de dólares que ha ido ganando desde que se convirtió en el menor más rentable, ubicuo, deseado y vilipendiadodel mundo. Se dice que pasará el día con su familia, tal vez en su Stratford (Ontario) natal, ignorando tanto la lista de contactos de la que podría tirar para montar una fiesta histórica (véanse las libertades que acaba lograr) como el verdadero signifcado de esta fecha.




Porque este no es no un asunto menor. No cuando las revistas y periódicos de medio mundo portan fotogalerías y especiales conemorando el convite. No cuando fábrica de tarjetas de felicitación más grande de Estados Unidos, Hallmark, ha preparado una serie de 48 cartulinas dedicadas a su imagen y semejanza. Las más baratas, en las que se leen ocurrencias como "Debes ser mi mayor fan porque me deslumbras" o "Nena, hay mucho que celebrar contigo", cuestan 2,67 dólares. Las más caras, las que llevan luces y la melodía de Baby o cualquier otro himno del opus bieberiano, llegan a los diez.

Tampoco es baladí el tema cuando los (¿las?) beliebers, ese ejército inflexible que monopolizaría todos los trending topics mundiales si Twitter no las hubiera vetado prácticamente de la lista, piensan matar el día enviando tantas felicitaciones a Bieber como hagan falta para romper el récord Guiness de mensajes enviados por una red social. La iniciativa no es suya -la creó la avispada agencia 2.0 AgencyNet a través de la webJustinBieberMusic.com- pero, por supuesto, depende de ellos. De esos 17,8 millones de seguidores que han hecho de Bieber la segunda persona más seguida y primera más influyente, en Twitter; y de los 40,8 millones de personas que le han dado "Me gusta" a su página en Facebook. El primero en hacerlo por Twitter, por cierto, ha sido otro cantante, Will.I.Am,

A juzgar por el hecho de que a las dos de la tarde de ayer las beliebers australianas ya había concebido un trending topic mundial sobre su ídolo; que fue reemplazado por unJustin is 17 horas más tarde, que luego pasó a ser Justin is 18 antes del anochecer español y que esta madrugada imperara el #BrazilSaysHappyBirthdayBIEBER, no van mal encaminadas.

Pero sobre todo es importante el día de hoy porque hasta ahora, lo de chaval le venía al ídem como anillo al dedo para encajar todas sus críticas. Si su pop se antoja pueril y chicloso; su sexualidad, cohibida y su actitud de niño malo precoz, impostada... todo es justificable porque es un chaval. Hoy se le acaba ese chollo. Hoy alcanza la edad que tenía Prince cuando firmó un contrato con su discográfica reservándose el control artístico de su material. La que, salvando las distancias, tenía Bob Dylan cuando escribió Blowin' in the Wind, A hard rain's a-gonna fall o Don't think twice it's all right. La de Adele cuando escribió ese aclamadísimo disco 19.

Imaginarse hoy a un Justin Bieber maduro puede resultar tan arduo como era en en 1996 pensar que el guaperas de boyband Justin Timberlake podría terminar como respetado actor en una película como La red social. O que -salvando de nuevo las distancias- los Beatles, que eran tratados como los Backstreet Boys de su época por los críticos más conservadores gracias a Love me do o She loves me, terminarían sacando unLet it be, un Hey Jude o un Happiness is a warm gun.

Hoy a Bieber le explota en la cara la bomba de obsolescencia que es, en el fondo, el encanto juvenil. A lo mejor en un futuro cercano lo vemos tan feo y gazmoño como Joe Jonas en la actualidad tras su año calentando libidos preadolescentes. O tan indignamente genital como a Miley Cyrus desde que abdicó del trono de princesa pop juvenil. O explotando su imagen candorosa hasta los albores de la andropausia como Donny Osmond. Es difícil de decir. Los dos primeros pretenecerion a la casa Disney y aún hoy se le ve o esclavizados o despechados por esa marca. El tercero viene de otra era del pop,solía actuar con su hermana Marie y nunca estuvo bajo la misma presión.

El problema es que Bieber ha roto demasiados moldes. Nació en YouTube, creció por las redes sociales y luego conquistó el resto del mundo sin más precedentes ni coacciones que las que se le fueron imponiendo sobre la marcha. Así cuesta más imaginar qué será de él o qué hará en ese disco que ha prometido para este año.

Hace poco, la universidad de Nueva York descubría que los alumnos enrolados en sus cursos más complicados eran más propensos a refugiarse en secreto en su música. El estudio cita a uno de ellos alegando que "las letras inanes de Justin Bieber me ayudan a evadirme tras una hora de estudio". Tanto la frase en concreto como el fenómeno en general encapsulan lo que representa el chaval en el mundo maduro al que acaba de aterrizar. Un pequeño del que solo se sabe que es pequeño. Si va a ganarse un hueco en entre los mayores, el reto empieza ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario